viernes, 2 de julio de 2010

Oaxaca (Primera parte): El origen de una insurrección

Había un gran caos en la cuidad. Muchas personas se escondían en sus hogares. Un helicóptero sobrevolaba la zona, y desde el suelo se podía divisar al soldado que estaba sujetado al riel de aquel tremendo aparato, como haciendo de vigía omnipresente, todopoderoso con su arma de gran calibre, llendo de un lado a otro de la ciudad, ¿se sentirá como un gran guardián? valeroso rescatista de las fuerzas de orden... decidido a atacar con ahínco a los rebeldes bloqueadores de calles y pinta paredes. Yo creo que a esa altura estaba mojando sus pantalones, quién no tendría temor de ser espectador y potencial actor en un conflicto contra tantos grupos unidos con el coraje que solo un pueblo herido, violado y ultrajado puede albergar. Los grupos de vecinos y gente de los grupos rebeldes habían solicitado llantas viejas, que fueron colocadas en puntos estratégicos, como montículos y barricadas que al incendiarse producían una humareda tal que obligaba al mencionado helicóptero a alejarse de las zonas estratégicas, a la vez que oscurecía un cielo que ya pronosticaba el peor de los climas posibles, el de la ocupación militar. Esto sucedió en el 2006 en Oaxaca, el 29 de octubre durante el mandato de Vicente Fox.

Recuerdo que esa noche su vocero comunicó (porque como recordarán nuestro querido presidente necesitaba alguien que hablara por él ante la inminente estupidez de sus comentarios) que en Oaxaca había un “saldo blando” es decir, que no hubo muertos ni heridos. Era una falacia tremenda. Ese día falleció, entre otros, un muchacho un poco menor que yo. En ese entonces tenía 16 años, él tendría unos 14, y estaba con su familia y con muchos otros que lanzaban piedras y hacían una barrera humana contra los militares que se acercaban a por las principales entradas de la ciudad y avanzaban lenta y precavidamente. Como suelen hacer en los desalojos, los soldados dispararon un petardo de gas lacrimógeno (un disparo que debía ser inofensivo al solo provocar un intenso ardor en los ojos; el cual se solía remediar con una tela remojada en refresco de cola puesta abundantemente en la mirada del afectado) pero no fue así, el disparo letal se incrustó en el estómago del niño, desconozco cuanto tardo en morir, cuanto sufrió, a donde fue a parar; su muerte no existió oficialmente, como lo íbamos a saber. Además era uno de cientos, literalmente.
 ¿A qué se debía la ocupación militar?
Recordemos (en caso de los Oaxaqueños, NO OLVIDEMOS POR FAVOR) que en ese tiempo, el pueblo de Oaxaca se encontraba en un constante estado de conflicto, habían sido meses de enfrentamiento social, balaceras, toma de carreteras, mega marchas, plantones, desde que la policía había desalojado a los maestros de su plantón en el Zócalo a raíz de una promesa de campaña que trataba de eliminar la molestia de un plantón que venía dándose cada año desde hace 30 años sin muchos resultados, pues en ningún sexenio, ningún gobernador (todos Priistas) se había sentado a negociar la petición de salarios justos, desayunos escolares, uniformes gratuitos, libros, útiles escolares, infraestructura para las escuelas, creación de nuevas, etc., optando (hasta la fecha) por dejarlos establecerse, humillándolos mediáticamente, y exhibiendo sus faltas, como la falta de clases, el mal aspecto del zócalo, el mal olor del lugar (al no mandar a los camiones de basura a recoger la basura del zócalo y culparlos), logrando así que la propia sociedad civil viera con malos ojos la lucha del magisterio.

  El mencionado descontento, fue el pretexto para que Ulises Ruíz, quien hacía poco había llegado al poder en elecciones fraudulentas (arrebatando el mandato al hoy contendiente Gabino Cué) se atreviera a meter a la policía a desalojar a los maestros, operación fallida que inesperadamente causó la indignación de una gigantesca cantidad de gente y asociaciones que se solidarizaron con el movimiento al carecer ellos mismos del apoyo del gobernador para sus comunidades y peticiones, además de otros que visualizaron en el movimiento la oportunidad que esperaban para sacar al gobierno del poder para fines tanto altruistas, como otros muy dudosos (como Flavio Sosa), formando así la APPO (Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca) y comenzando entonces la ola de protestas y desobediencia civil que caracterizaron a los siguientes meses.

¿Recuerdan cuando en las noticias nacionales anunciaban “enfrentamiento en Oaxaca”? y decían que habían heridos y muertos… la época cuando Ulises Ruíz se paseó por todos los noticiarios nacionales diciendo que en Oaxaca no pasaba nada, con la contradicción implícita de que si no pasaba nada, no tendría porque ir a todos los noticiarios a decir algo así, entonces aseguraba que eran bandas de revoltosos que estaban provocando desastre y medio y que por eso a veces necesitaba de la fuerza pública para mantener el orden. Pero, ¿eso suena muy simple no? Evidentemente, tanta movilización social buscaba ser reducida por los medios a un alboroto de unos cuantos anarquistas desempleados (que sin duda abría algunos) bajo las órdenes de los maestros holgazanes que querían exprimir al gobierno a costa de todos los demás (también habrá algunos, como no) pero por supuesto que no era la mayoría, pero esa fue la versión que se manejo mediáticamente, y hasta la fecha una gran parte de la población Oaxaqueña piensa así, en parte justificable si consideramos que se afectó la economía y la tranquilidad de mucha gente que solo quería trabajar y sobrellevar la rutina, pero cabe también decir que la lucha ya se había desbordado a un grado tal que no se podían tomar consideraciones, dando lugar a los prejuicio que aún se maneja contra los Appistas, de cholos, bandoleros, gente de quien cuidarse, nacos, anarquistas, etc. Y la verdad es que si hay algo que se le reconoce a este movimiento, que provocó la primera insurrección civil del siglo XXI fue su diversidad, es decir, estaba conformado por más de trescientas asociaciones, entre campesinos, maestros, obreros, empleados, rebeldes, artesanos, graffiteros, comerciantes, y remarco, muchísimas mujeres, aspirantes a políticos (no faltan, y menos siendo dirigentes sindicales), indígenas, gente con aires de Che Guevara, intelectuales.. que si bien, no eran la mayoría de la población, sí eran un reflejo de ella.
Pero, si se decía que en Oaxaca estábamos en tremendas batallas, y solo hemos visto una cara de la moneda, el hueco que la mayoría de las personas no llegaba a cuestionar era, ¿contra quién se combatía?, y no me refiero ideológicamente, porque estaba claro que era el PRI como partido absolutista y Ulises Ruíz y sus colaboradores como figura represora; me refiero a contra quienes se luchaba en las calles. Estos eran sicarios de Ulises Ruíz, cholos contratados para crear desorden (se rumoró que Ulises incluso había traído a muchos Zetas) y policías, sí, esos que se supone velan por nuestra seguridad, y no digo que todos estaban de acuerdo, pero sin temor a errar, la mecánica era la siguiente: Para crear desorden y provocar que la sociedad temiera a los protestantes, infiltraban en las marchas sicarios que haciéndose pasar por miembros radicales, durante las marchas quebraban vidrios de comercios, quemaban camiones y robaban, e incitaban a los demás, muchas veces con éxito, respondiendo a la psicología de las turbas o multitudes, toda una delicia para los periodicazos del otro día. También el gobierno promovió marchas que supuestamente exigían la paz en el estado, pero realmente estaban repletas de acarreados, muchísimos trabajadores de dependencias gubernamentales que eran obligados a ir con sus familias amenazados con ser despedidos y los menos, algunos ilusos que pensaban que se encontraban en una marcha apartidista por la paz.
Eventualmente surgieron las famosas barricadas que se hacían por parte de gente de la APPO, magisterio y muchísimos vecinos organizados para bloquear calles en la noche, donde se ponían llantas a quemar llantas y otras cosas a modo de grandes fogatas (como muestra de desobediencia civil, y como seguridad contra los asaltantes), también se impidió que se realizara la Guelaguetza, pues se rechazaba la medidas tomadas por el gobierno quién amplió el número de funciones, aparto los palcos inferiores para cobrar sumas inaccesibles para la gente, y a pesar de lucrar nunca pagó a los bailarines, en su lugar, se organizó una Guelaguetza popular (con los bailarines originales de las regiones) en un estadio cercano, la cual fue ignorada mediáticamente. Todo esto como respuesta al gobierno estatal, el cual súbitamente acuarteló a toda la policía. Es decir, ¡durante meses en Oaxaca no hubo policías en la calles!, y realmente fue lo mejor pues en ese punto los ciudadanos ya habíamos aprendido a temer a la policía, no se les respetaba, realmente eran los enemigos desde aquel desalojo.

Fue entonces cuando las personas se vieron en la necesidad de organizarse cuando se dejó venir la delincuencia; fueron largas semanas, pero muy interesantes en cierta manera, por ejemplo, cuando un ladrón cometía un delito, robarle su bolsa a una señora en el mercado por dar un ejemplo, y no se contaba con los judiciales, el o la afectada gritaba, armaba un escándalo para alertar a las personas de cerca, entre muchos se organizaban para agarrar al ladrón, lo sometían y lo llevaban a un poste cercano, entonces se le amarraba con mecates, alambres o lo que hubiera a la mano, y se le exhibía públicamente, aquel delincuente entonces tenía que lidiar con la humillación, el sol y los reclamos de las personas, sobre todo las señoras que bien hacían en recordarles si tenían madres o hermanas (poco después el fotógrafo mexicano Daniel Aguilar ganó un importante lugar en un concurso internacional con una fotografía tomada en estos días, que retrataba a un ladrón atado a un poste, nótese que la nota solo refiere a la situación como parte del “conflicto de la APPO” y no explica el contexto de la foto); para entonces ser trasladados (por la gente de la APPO) a la procuraduría correspondiente.
         
¿Para que servía la policía en ese momento?, pues una pregunta previa para contestar esta es “a quién servía”, claro está que no era a la gente, solo a los fines de Ulises Ruíz y su gobierno, los volvió parte de sus sicarios. Para crear desestabilidad en el ya de por sí difícil equilibrio de la sociedad, durante las noches salían eventualmente camionetas de policías armados, que disparaban contra la gente en las barricadas. Fue en ese momento cuando comenzó una verdadera psicosis, la gente estaba temerosa, las barricadas se volvieron poco menos que puntos de combate, esta vez los policías ni siquiera iban disfrazados, iban uniformados y en camionetas oficiales, eso sí, sin olvidar sus pasamontañas, por eso de los videítos incómodos.

Es justo mencionar que no todos están de acuerdo, hubo policías que avisaban por mensajes a conocidos que estaban en las barricadas de los planes de los policías. Mucha gente murió en esas semanas, además de que en las barricadas no se permitía el paso a ningún vehículo bajo ninguna circunstancia, así fuera una emergencia. En un hecho lamentable, un motociclista pasó por una calle que estaba cerrada por un alambre atado de un poste a otro prácticamente degollándose en el acto. El caos era un estado maquiavélicamente planeado para que el gobierno estatal pudiera justificar ante el federal la intervención del ejército y así ejercer una total represión.
Se habían suspendido los salarios del Magisterio (sección 22), y el gobierno creó una nueva sección, la 59, para dividir a la antes mencionada atrayendo a maestros que no creían en el movimiento o que estaban desesperados por el dinero, si hubo maestros que de cambiaron de sección por su interés en dar clases, fueron los pocos. La idea era conflictuar a los maestros, a los padres de familia y debilitar el movimiento.

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Frases de la semana
"Si quieres conocer el pasado mira el presente que es su resultado. Si quieres conocer el futuro, mira el presente que es su causa"
BUDA

"Sembrad una pequeña simiente de rebeldía, y determinaréis una cosecha de libertades"
Práxedis Gilberto Guerrero

"Un hombre tiene que tener siempre el nivel de la dignidad por encima del nivel del miedo"
Eduardo Chillida

1 comentario:

  1. yo estuve ahi, y me laegero profundamente. Flavio Sosa fue un cobarde, los maestros siempre lo han sido, Ulises un tirano y un pendejo.
    Si hubiera dejado a los maestros en paz, estos hubieran tenido que retirarse sin gloria . Pero no lo hicieron. Pero va Ulises y los deslaoja violentamente, dandoles un pretexto. Luego Sosa va y trata de generar un mega tumulto junto con el dirigente de los maestros, Rueda Pacheco, y sin preveer lo que sucederia, prenden la mecha. La appo fue un pararayos del descontento general e Oaxaca; y como tal se les salio de las manos. Luego, en olas barricadas, enfrentando mercenarios y cholos estuve yo, sin ver a ninugn maestro, que fueron a refugiarse comodomanete en las escuelas y dejaron a puro menor de edad en las barricadas.
    En resumen. Fue una protesta que se les salio de las manos a todos: a Murat, a Sosa, a Ulises y Pacheco.

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